Insuficiencia renal

El riñón es un órgano que contribuye a la super¬vivencia del organismo mediante sus dos funcio¬nes primordiales, la endocrinometabólica y la uro¬poyética en sus dos vertientes, la depuradora y la homeostática.

La insuficiencia renal, dependiendo de que el ri¬ñón se lesione bruscamente, por isquemia o toxici¬dad, o que lo haga a lo largo del tiempo por nefropa¬tías evolutivas, se produce aguda o crónicamente.

En la crónica, si el aclaramiento de creatinina desciende por debajo de 30 ml/min, se produce una florida sintomatología, directamente derivada del fracaso de la función endocrinológica, de la eli¬minación de residuos y del mantenimiento de la homeostasis.

Hay retención nitrogenada como expresión de una depuración insuficiente; hiperglucemia, por re¬sistencia a la insulina; hipertrigliceridemia, por me¬nor actividad de la lipoproteína lipasa, y anemia, además del patrón hidrolectrolítico: acidosis, hi¬perpotasemia, hiperfosforemia e hipocalcemia.

Si el aclaramiento de creatinina desciende por debajo de 10 ml/min, están indicadas las técnicas de depuración extrarrenal o el trasplante renal

El riñón es un órgano central en el manejo de varias funciones corporales, entre las que destacan la excreción de los productos finales del metabolismo- como la urea, a creatina y el ácido úrico- la eliminación y desintoxicación de medicamentos y toxinas, además de la regulación de la homeostasis del cuerpo y la tensión arterial sistémica.

Insuficiencia renal aguda

La IRA se caracteriza por una perdida súbita de la función renal, que a diferencia la IRC, tiene la posibilidad de la recuperación funcional completa, si existe una adecuada atención al enfermo.

El fracaso renal agudo es un síndrome caracte¬rizado por un rápido deterioro de la función re¬nal, con acúmulo de las sustancias nitrogenadas de desecho y pérdida de la capacidad de regular el metabolismo hidroelectrolítico y el equilibrio ácido-base.

Insuficiencia renal crónica.

Este padecimiento constituye una alteración en la que por diferentes condiciones se presenta pérdida en el número y funcionamiento de la nefronas.

Recomendaciones Nutricionales:

La dieta deberá individualizarse según las necesidades del paciente.

* El perfil calórico se ajustara a lo recomendado, aunque en ocasiones habrá que aumentar el porcentaje de hidratos de carbono complejos y disminuir las proteínas.
*Es preciso suplementar con vitaminas del grupo B, folatos y vitamina C.
* Los alimentos deben distribuirse en 4-5 comidas diarias para repartir entre ellas la ingesta proteica.
* Alimentos aconsejados:
- alimentos ricos en hidratos de carbono complejos ( arroz, pasta y cereales)
- Alimentos con grasa de origen vegetal.
- Alimentos con proteína de alto valor biológico ( pescados carnes y huevos).
- Alimentos pobres en sodio
- Los alimentos congelados tienen menos potasio, por lo que pueden ser utilez.

1. La nutrición artificial se deberá ajustar al gra¬do de catabolismo, al estado nutricional previo y al tratamiento conservador o dialítico. La máxima du¬ración del empleo de dietas de restricción protei¬ca bien tolerada es de 7 días.

2. El aporte nitrogenado en pacientes debe ajus¬tarse a su nivel de catabolismo proteico, valorado por la aparición de nitrógeno ureico (ANU), y a las pérdidas inducidas por el sistema de depuración utilizado.

3. La mezcla de aminoácidos debe poseer una proporción de AAE/AANE entre 2:1 y 4:1. Ha de contener histidina, taurina y tirosina. Pueden ser útiles los suplemen¬tos de glutamina .

4. Las necesidades energéticas dependen del grado de agresión, más que de la insuficiencia re¬nal aguda propiamente dicha. Pueden suponer has¬ta 1,3 veces el gasto energético de reposo (GER). Es aconsejable su monitorización por calorimetría.

5. Los requerimientos energéticos deben ajus¬tarse al tipo de tratamiento de depuración utili¬zado, y a los aportes que puedan realizarse como sustrato de medicaciones sedantes o antifúngicas (nivel de recomendación B). El aporte de lípidos no debe superar el 30-35% de las calorías no protei¬cas, pudiendo ser útiles las emulsiones enriqueci¬das en ácidos grasos poliinsaturados n-3.

6. Debe monitorizarse el balance hídrico (peso), y los niveles plasmáticos de electrólitos y de bicar¬bonato estándar.

7. Deben aportarse suplementos de vitaminas E y C, de zinc y de selenio.


El grado de insuficiencia renal impone a la dieta una serie de peculiaridades, sobre todo respecto a la restricción proteica, que hacen que el concepto de dieta adecuada no sea sinónimo de dieta nor¬mal. Esquemáticamente es así:

1. Con función renal superior a 50% (creatinina plasmática inferior a 2 mg/dl), se aconseja un apor¬te de 0,8-1 g/kg/día de proteínas de alto valor bio¬lógico, es decir, no hay restricción. 1 g más por g de proteinuria.

2. Con función renal entre 20 y 50% (creatinina plasmática de 2 a 5 mg/dl) la ingesta de proteínas se reducirá a 0,6 g/kg/día, cifra que se considera la mínima para un adulto sano. El 60% de la proteína debe ser de alto valor biológico.

3. Con función renal inferior al 20% (creatinina plasmática superior a 8 mg/dl) la restricción protei¬ca alcanzará los 0,30 g/kg/día.

4. Con función renal inferior ya se puede ser tributario de depuración extrarrenal; sólo si fue¬ra imposible se llegaría a una dieta aproteica que se suplementaría con aminoácidos esenciales o sus cetoanálogos.

En todos los casos se requiere un alto apor¬te energético para mejor aprovechamiento de las proteínas, unas 30-35 kcal/kg/día, y hasta 40 kcal/kg/día si se sigue una dieta hipoproteica estricta, con un 50-60% del valor calórico total en forma de hidratos de carbono.

Los consejos dietéticos darán normas genera¬les con información que permita elaborar la propia dieta con arreglo a los gustos y al mercado.

Las necesidades energéticas se cubren con hi¬dratos de carbono y con lípidos.

Los hidratos de carbono serán de moléculas gran¬des tipo almidón como pastas o patatas, menos las le-gumbres y verduras por contener potasio y proteínas de poco valor biológico. Los glúcidos complejos me-joran la presentación de hiperlipoproteinemia tipo IV de Frederickson, con aumento de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), de muy baja densidad (VLDL) y de los triglicéridos, en relación con la menor actividad de las enzimas triglicérido lipasa hepática, la lipopro¬teína lipasa y la lecitín-colesterol-acil-transferasa.

Los lípidos preferibles son los que contienen ácidos grasos no saturados, aceite vegetal o pes¬cado, y no los saturados de origen animal, como mantequilla o chacina. La dieta pobre en ellos hace disminuir la producción de prostaglandinas, previ¬niendo la secuencia vasodilatación-hiperfiltración-deterioro de función.

Para cubrir las necesidades plásticas se aconse¬jan proteínas de alto valor biológico, que son las de origen animal. Un vaso de leche, un huevo y 100 gramos de carne o pescado aportan las mejores en cantidad suficientes.

Síndrome nefrótico

En el síndrome nefrótico se produce el paso anormal de proteínas plasmáticas hacia la orina por causa de un aumento de la permeabilidad de la membrana capilar glomerular. Motivo por el cual, el tratamiento dietético se orienta al control de la ingestión de sodio, proteínas y energía.

Cuando la excreción en 24 h excede de 3 g de proteínas, se considera proteinuria de nivel nefrótico. No obstante el hecho de que el aumento de la ingestión de proteína estimula la síntesis de albúmina, también puede incrementar la permeabilidad glomerular, por lo que se recomienda una ingestión de proteína de 0,8 a 1,0 g/kg/día, siempre que los niveles de creatinina y urea sean normales.

La ingestión de energía se debe calcular sobre la base de las necesidades individuales, y evitar el aporte insuficiente que puede provocar el catabolismo del tejido corporal magro. Por lo tanto, no se deben imponer estrictas restricciones de energía salvo en los casos donde la reducción del peso corporal es ineludible.

Objetivos del tratamiento dietético
• Controlar la hipertensión arterial y reducir el edema.
• Reducir la pérdida urinaria de albúmina.
• Controlar la mala nutrición proteica.
• Detener el proceso nefropático, prevenir el catabolismo muscular y garantizar un aporte de energía adecuado.

Tratamiento dietético

• Energía: Suficientes para mantener o incrementar el peso corporal y evitar su pérdida.
• Proteínas: Generalmente de 0,8 a 1,0 g/kg de peso corporal en pacientes con cifras de creatinina y urea normales. Si las necesidades de proteínas están aumentadas (procesos concomitantes) y la función renal es aceptable, se permite un aumento moderado de la ingestión de proteínas. Si el índice de filtración glomerular es bajo, se aportan menos de
0,8 g de proteína dietética por kilogramo de peso corporal, más las pérdidas proteicas en orina de 24 h.
• Sodio: De 60 a 90 mEq por día. La dieta debe planificarse con el objetivo de aportar ± 10 % del sodio prescrito.
• Colesterol y grasa: No es necesario imponer restricciones dietéticas estrictas.

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